4.4.10
Magmas
La siguiente nota fue publicada en la revista La brumaria

De Angeli: El hombre nuevo (televisado)


El denominado conflicto entre el campo y el gobierno no sólo ha dejado una demostración más de que el neoliberalismo sigue siendo el caballo de batalla de los grandes capitales, sino también que los medios masivos de comunicación son una institución clave de significación para reforzar el status-quo.
Pero los medios no son una mera herramienta que expresa abiertamente una ideología coherente con las lógicas de la máxima rentabilidad mercantil, sino dispositivos que producen y disputan el sentido de lo real y sus representaciones en el campo social y cultural, cooptando y re-significando discursos de las clases sub-alternas (palabras, actos, vestimentas, música etc.)
Uno de estos dispositivos es la televisión, que hace ya casi dos décadas marca las tendencias de un lenguaje hegemónico, con reglas propias que no dejan someter su discurso a gramáticas ajenas (excepto las del Mercado), aunque sí lo exportan a otros soportes mediáticos, como lo demuestra la gran proliferación de estrellas de la televisión conduciendo programas de radio. Evidencias de lo dicho pueden encontrase en su fuerte auto-referencialidad, expresada en programas como TVR, y su valor como medio que consagra a las estrellas artísticas y periodísticas.
Respecto al poder significante de la televisión en el conflicto “campo-gobierno”, con identidad propia la TV ha construido la figura de un líder carismático, exponente de “las bases del campo” y nuevo integrante del star-system mediático: Alfredo De Angeli, de la Federación Agraria Argentina. Quizá sea necesario reproducir las voces de algunas de las personalidades televisivas que se expresaron en una nota titulada De Angeli super star, del diario Crítica de la Argentina, para demostrar por qué este personaje se convirtió en lo que hoy es: “Lo que pasa es que Alfredo de Angeli logró romper el vidrio, llega a la gente” dijo el productor televisivo Alejandro Borenztein. “Es el público como protagonista de la TV…” mencionó Marcos Gorban.
Estas palabras rescatan como valor positivo una de las características enunciativas más importantes y distintivas del lenguaje televisivo, que el líder agrario parece haber comprendido: la apelación a “la gente”, o, dicho en clave etnocéntrica, “a la gente como uno”.
Esta categoría aparentemente neutral, que es también coherente con la famosa metáfora del reflejo de lo real que los medias utilizan frecuentemente, funciona como velo del discurso clasista que la televisión produce, dándole un efecto de sentido de objetividad absoluta. En esta lógica, lo objetivo es lo que coincide con la opinión común, es decir, con la intersubjetividad construida desde el interlocutor universal y omnipresente, aquél que no permite capacidad de respuesta ni, por ende, de enlace comunicativo, aquel que dice pero no escucha: el mundo de los mass-media. Se diluye entonces toda pertenencia de clase o de grupo social de los dueños mediáticos y sus voceros, que toman decisiones de acuerdo a sus intereses políticos y económicos.
Con la apelación a “la gente” se construye una moral universal, un deber ser que deja fuera lo que no se ajuste a la normalidad. Es la expresión del hombre masa victima del criterio uniforme… pero como uno.
Sin embargo, como hemos dicho más arriba, el poder del discurso no se construye de manera asimétrica, ni la ideología dominante se impone sin contradicciones y luchas simbólicas y materiales. Es por eso que las entidades agrarias, que terminaron reivindicando un método de protesta característico de la clase obrera como el piquete, debieron contar con la ayuda del Grupo Clarín y otros medios masivos, que se han encargado de no condenar ni poner en cuestión dichas prácticas. Es que ha existido un largo trabajo mediático para cargar de connotaciones negativas a los piqueteros, hasta convertirlos en un estigma que “el campo” no ha querido portar y que los medios se han encargado de evitar, presos de su propio discurso.
De Angeli fue construyéndose, a partir de la prensa y los programas de entretenimiento, como un hombre simple, de campo, trabajador. “Fuera de contexto” como lo afirma Osvaldo Bazán en la nota ya citada. Portador de un cuerpo que parecía no adaptarse a las gramáticas televisivas, fue sin embargo valorado por esa misma razón. Fue explotada su aparente normalidad para potenciar la idea de que la televisión refleja lo que piensa “la gente”. Al igual que la tolerancia hacia los piquetes, se muestra una concesión del discurso del poder, que solo sirve para afirmar el poder del discurso mediático.
Sin embargo, De Angeli televisado no es más que una figura mitificada y parodiada del hombre de campo, que le pide perdón a la madre por “meterse en este lios”, dando muestras de su sensibilidad, y que reproduce el stereotipo de un personaje que no habla correctamente por su supuesta humildad. En el programa “Mañanas informales”, De Angeli tuvo una comunicación con su madre donde se le humedecieron los ojos. Para Bazán, integrante del staff, “La magia televisiva hizo que se comunicase en vivo con Margarita, su mama. Fue comenzar a escucharla y se le humedecieron los ojos (a De Angeli), ningún gerente de marketing lo hubiera asesorado mejor”. Quizá habría que recordarle al periodista que las famosas perlitas de Susana Giménez y los bloopers de Tinelli, tampoco necesitaron asesoramiento. Sólo fue necesario un lenguaje que hiciera de la necesidad virtud, como lo hace la televisión cada día.

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posted by Santiago Mazzuchini at 04:11 | Permalink |


1 Comments:


  • At 6:20 p.m., Blogger cocó

    no puedo leer tu post,porque me estoy yendo a cursar ahora,pero prometo leerlo.Con respecto a tu lista,es muy interesante. Yo no fui a Alternativa,pero repartí volantes sobre veganismo en las colas.No sé por qué nunca entré.
    Respecto al cuento quiero leerlo!!!!
    Gracias por pasar.
    Un super abrazo.