23.7.09
Cuento 8
La puerta infinita


¡Toc toc! Abrió la puerta y entró apurado, como lo había hecho la otra vez…luego Laura pensó que esa entrada de Juan había sido similar todas las veces que se veían. Se miraron a los ojos y supieron que otra vez el tiempo había sido suspendido, como tantas veces. Claro que ese tiempo también los contenía a ellos, y entonces también sus pasados y recuerdos se detuvieron.
Hicieron el amor sin decirse una sola palabra, sus cuerpos ya hablaban un lenguaje muy claro, no había nada que explicitar verbalmente. Cuando comenzaron a conversar, cuando el recuerdo empezó a fluir, allí se desató nuevamente la despedida.

-¿Porqué no volvés conmigo?- le dijo Juan

-No puedo, te amo pero no puedo, además nunca estuvimos juntos formalmente Juan. Siempre fuiste muy importante para mí y sos lo más lindo que me pasó en la vida, pero…- Dijo Laura con voz fría y mirada distante, distinta de la que había tenido mientras hacían el amor.

Juan la miraba, no comprendía ni podía soportar escucharla diciéndole que lo quería, al mismo tiempo que le negaba la posibilidad de seguir juntos. No pudo entender cómo ella negaba todo lo vivido. Pensó que era insoportable esa contradicción entre lo que el cuerpo de ella le había hecho sentir y lo que sus palabras le decían. Entonces juntó sus manos y la miró con ojos cansados, luego sacó un anillo de su bolsillo izquierdo y se lo mostró… ella sin dudas interpretó que era una alianza.

- Ah bueno, estás casado y no me dijiste nada- dijo Laura sorprendida.

- ¡¡No estoy casado Laura!!Esto…- Gritó Juan, pero antes de que termine fue interrumpido por ella.

-¿Me estas jodiendo? ¿Me mostrás una alianza después de garchar conmigo y querés que me ponga contenta? ¡Me voy!- La ira de Laura era tal que no se dio cuenta de que estaba en su propia casa.

En una ráfaga de tiempo, increíblemente lo dejó solo, sin posibilidad de terminar su frase…algo lo había dejado paralizado. Se agarró la cabeza y se dijo así mismo “no voy a intentar más, si no se dio cuenta que esta alianza era una propuesta de casamiento es porque realmente no me quiere”. Agarró la llave que Laura se había olvidado cuando salió corriendo y la colocó debajo de la alfombra… cerró de un portazo y se fue para la calle. Decidió olvidarse de ella definitivamente, aún cuando su llanto no le dejaba ni siquiera pensar para dónde estaba yendo con su auto. Juan se encontraba en un momento donde su vida debía dar un giro. Pensó que después de tantos años de verla, después de haber salido un año con ella, luego de romper la relación para verse esporádicamente cada tanto, como la noche que había terminado de pasar, decidió que era tiempo de poner un punto y no tantas comas a la situación.

Y efectivamente los meses pasaron y los recuerdos ya no eran tan dañinos. Parecía que su cuerpo ya la había olvidado y por lo tanto sus pensamientos y sus palabras ya no estaban allí para hacerlo sufrir. Pensó que ya era momento de dejar de vivir solo y concretar una relación donde realmente pueda ser feliz. Fue entonces cuando supo que realmente no quería a Laura, y fue entonces cuando atendió ese llamado. Ella lo invitó a pasar la noche, Juan aceptó gustosamente. Era la oportunidad de re-construir su vida, de darle una nueva chance. Su sonrisa estaba a flor de piel, la alianza que llevaba en su mano izquierda relucía una ráfaga de luz que alumbraba centenares de fotos de mujeres enmarcadas en porta-retratos muy bien cuidados. Pensó en ofrecerle casamiento… la misma historia se repetiría ad-infinitum, pues qué otra cosa le quedaba que seguir con otra Laura.

Santi
 
posted by Santiago Mazzuchini at 16:48 | Permalink | 7 comments
20.7.09
Por la amistad
Las miradas, los silencios, los gestos… esas son algunas de las cosas que se me vienen a la mente cuando reflexiono sobre la amistad. Claro, también existe el lenguaje verbal, que puede ser capaz de componer una hermosa canción para el corazón con un “te quiero amigo” (o amiga, para aquellos que como yo, sienten la amistad entre el hombre y la mujer) Pero quisiera volver sobre aquellos pensamientos que nombraba al principio, porque creo que son esas aparentes pequeñas cosas las que mejor expresan la amistad.
A veces nuestro ritmo de vida mecanizado y tedioso nos impide compartir momentos con aquellas personas que queremos, apreciamos y admiramos. La ruidosa maquinaria del capitalismo, que genera constantes impedimentos en nuestra comunicación cotidiana (entre otras cosas por el tiempo y los espacios donde el capital nos ubica), no puede evitar la generación de ese lazo de compañerismo y amor que tejemos con los otros, en el trabajo, en la facultad, en la calle…en la vida. ¿Qué es la amistad sino aquello que vence las distancias y los tiempos establecidos, inquebrantable aún con el paso de las horas y el correr de los kilómetros? ¿No es pues la que desafía cualquier intención de fragmentar las relaciones con los demás? Se trata entonces de un triunfo de la humanidad contra aquello que concibe a las personas como simples ejecutantes de una acción en busca de un beneficio económico, un triunfo de las emociones contra el calculo utilitarista. Quizá, señor lector o señora lectora, usted me diga “pero se está yendo al carajo, qué tendrá que ver el capitalismo”…y puede que usted tenga razón. Pero sigo pensando que la amistad, que se teje en esos pequeños silencios, en esas miradas y en esos gestos que la prepotencia, la envidia y la competencia no pueden ver, está presente como antítesis de los grandes poderes de esta sociedad injusta. Es que la amistad insiste en existir, insiste en hacernos ver que irremediablemente necesitamos del otro, del reconocimiento, de un abrazo. Se trata de un campo fértil donde es posible la aceptación de los demás, donde adviene la comunión de las diferencias y se justifica todo porque nada tiene justificación, salvo estar ahí junto a quienes el azar y la causalidad (que en la vida no se contraponen) puso en nuestros camino. Una amiga me dio una explicación brillante: “Es la dicha del "porque sí", que sólo a veces logra infiltrarse al todopoderoso raciocinio neutralizante. La dicha del encuentro, el verdadero encuentro de mi cuerpo con el mundo, con este mundo que vuelve a ser mío cada vez que río, amo y vivo con Mis Amigos”. Y agregaría yo, amigos/as que son también compañeros/as que elegimos para andar el largo viaje de nuestra experiencia.
Así que sólo me resta dedicarles este texto a todos/as ellos/as, quienes andan conmigo y me acompañan incluso en este pequeño viaje por la escritura.

Santi
 
posted by Santiago Mazzuchini at 13:16 | Permalink | 5 comments
16.7.09
La palabra y el amor

La palabra “amor” debe ser una de esas “cosas” que más cuesta explicar, pero sin dudas se trata de uno de los temas más conversados entre los seres humanos. Quizá también entre los animales, pero hoy somos incapaces de comprender su lenguaje, no tanto por incapacidad intelectual sino más bien porque no tenemos la sensibilidad de concebirlos como seres dignos de respeto y cuidado. Claro que no pienso definir yo qué es el amor, pues dejaría de tener ese misterio que tanto nos atrapa: cuando se determina qué es el amor, se esta matando aquello que se quiere definir, se nos cierra la posibilidad de dejar de explicarlo para comenzar a vivirlo, hacerlo carne.

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Recuerdo un libro que leí hace poco llamado “Alta rotación”, donde a través de unas crónicas muy bien escritas, Laura Meradi (la autora) relata su experiencia en diversos trabajos precarios. Allí en el prólogo, cuenta que sólo pudo relatar aquellas marcas que quedaban en su cuerpo y en el de sus compañeros de trabajo; esto no era ninguna metáfora inocente sino que me estaba indicando algo más. Luego tuve la oportunidad de entrevistar a Laura, y me dijo algo así como que la escritura es una puesta en juego del cuerpo, “la prepotencia del trabajo”, como diría Arlt. Ahora pienso que tal vez eso sea “el amor”, poner el cuerpo, vivirlo y no explicarlo como si fuera un objeto…claro, que contradictorio, yo mismo estoy escribiendo sobre el amor y afirmo que no hace falta nombrarlo o explicarlo sino más bien sentirlo. Pero en fin, la contradicción es una característica básica de aquél y como dijo alguna vez Sarmiento (un ser poco representativo de lo que nos imaginamos que es el amor), a las contradicciones hay que contradecirlas

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¿Pero de qué manera? ¿Cómo evitar pensar y dejar fluir al amor aún corriendo el riesgo de que nos lastime? Un nuevo problema nos acecha: aquello que nos hace feliz también nos puede lastimar, pero quizá se trate de ir definiendo en ciertos momentos cuando detenerse a pensar y cuando dejar que las fantasías se manifiesten. Quizá se trate de saber andar con el tiempo, con el espacio, de hacerse amigo del mundo y de los otros…del Otro.

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Me voy a jugar, voy a contradecirme y definir el amor como aquello que me muestran los otros, lo que aflora en cada momento de aparente detención y de fluidez. Voy a definirlo como la persona en la que pienso ahora y la que quizá mañana deje de ser motivo de tantos deseos y fantasías hermosas. Es esa chica que quizá el tiempo diga que no era lo que pensaba, porque en realidad todavía es desconocida para mí. El amor es entonces el libro, la escritura, la chica, lo que habla más allá de las letras, lo que repone el lector y lo que dejo en silencio para que en los márgenes se vea aquello que no puedo nombrar porque todavía desconozco…el amor es la falta, lo que estoy sintiendo ahora.


Santi

 
posted by Santiago Mazzuchini at 03:16 | Permalink | 1 comments