8.5.07
Un punto final (el punto final)
Las palabras habían vuelto a danzar en aquellos renglones inamovibles, rectos y necesarios. Aquél título que las regiría estaba ausente, pues él esperaba ansioso el final de aquél texto. Chocó su cabeza contra la mesa, no sabía cómo seguir su historia, no la tenía muy clara tampoco. Él pensaba en un hombre como él escribiendo un cuento, y que de pronto alguien le clavaría un cuchillo en la nuca. El problema era idear, tramar qué pasaría en el medio...bien, tenemos a un escritor, luego viene alguien y lo mata...¡Perfecto! pero había que pensar en la inventiva de las situaciones que llevarían a todo eso (de pronto pensó en lo bellas que son las palabras). No fue demasiado al fin y al cabo lo que tardó en pensar, pues era un escritor compulsivo, aunque sea mentira que la escritura, a veces, esté despojada de toda racionalidad.
Pensó que mejor terminaría el texto, iría a buscar un café amargo a la cocina y entonces un individuo desconocido (no había decidido el género), le clavaría un puñal en la espalda.
Y efectivamente eso fue lo que pasó, o casi, ya que en realidad lo sorprendieron cuando apenas terminó de escribir. Y cuando su cabeza se estampó sobre las hojas y la sangre comenzó a chorrear alrededor de su oreja izquierda, agonizó pensando en que ése final había sido literario. Pues qué mejor para un escritor que morir escribiendo... qué mejor que haberse adelantado a la muerte en una hoja, hoja donde quedaría la evidencia de que anticipó a la realidad con un punto soberbio, con un verdadero punto final.

Santi
 
posted by Santiago Mazzuchini at 02:43 | Permalink | 10 comments