11.12.06
Las calles


En las calles está impregnada la memoria , aquella que buscamos en nuestra imaginación. En las calles está la última coartada del recuerdo reprimido, del insolente espectro que la razón no quiere ver. En las calles no están solo los diseños que el arquitecto ha ideado, ni la tradición oficial que ha querido nombrarlas y bautizarlas, que las ha adornado con monumentos de grandes heroes seleccionados ,mientras se olvidan muchos otros y todos ; un pasado selectivo.
En ellas se cuentan historias anónimas, historias que se superponen unas a otras, que conviven todas a un mismo tiempo, que se se sienten distintas según tu recuerdo y tu olvido .
En las calles se subvierte el sentido que las masas de la sociedad industrial y del turismo han establecido ; se relativiza el significado canónico gracias al poder de tu propio recuerdo, de la vivencia que ha quedado sellada en cada esquina en la que te has posado, en cada lugar que has rebautizado con propias imagenes que también has inventado y seleccionado, pero que no dejan de ser una elección de tus pasiones y razonamientos individuales, que por las noches descansan del paso de los hombres embotados que cruzan a tomar su almuerzo, desesperados por el calor y el trabajo de todos los días.
Las calles guardan el secreto de infinidad de biografías anónimas , de recuerdos compartidos que no esperan ser descubiertos más que por sus propios portadores , transformando a éstas en algo más que el camino de vuelta.
La ciudad es un grán manuscrito que escribimos todos los días , que a su vez nos escribe a nosotros mismos .
Me ha hecho escribir ésto, mientras ella guarda en cada esquina mi paso alienado , y el tuyo también; y en cada viaje de vuelta develamos lo que nos ha dejado de recuerdo , recuerdo que quizá muchos soñamos juntos.

Santi
 
posted by Santiago Mazzuchini at 03:25 | Permalink | 8 comments
5.12.06
Cuento 7

"El río imposible"


Yo creí que aquél río me mojaría, creí que me haría sentir el alivio de aquél sol radiante, que con sus insoportable rayos mi piel azotaba. Sin embargo, cuando salí de aquellas aguas me dí cuenta que jamás pude mojarme.Cuando toqué mi piel, cuando intenté escurrir mi pelo, supe que jamás habia sentido el alivio añorado.Me arrodillé ante sus orillas e intenté ver mi rostro , intenté verme empapado, más nunca pude, ya que no me reflejaba.
Indignado, un hombre que se encontraba a unos metros creyó sentir mi angustia, y corriendo sumergió su cuerpo en el río. Salió empapado, llevó sus manos a su rostro y luego ellas se dignaron a escurrir su pelo que goteaba incesantemente . Yo bajé mi mirada...y aquél hombre frente a mí posado en la orilla. Dejé caer nuevamente mi cuerpo e intenté una vez más verme reflejado, había perdido toda esperanza de sentir sus aguas; pero lo ví a él. Lo ví y aquél no paraba de mirarme y yo empezé a sentirme incomodo. Entonces recordé que antes de intentar sumergirme, yo creí que el río me salvaría de aquél sol insoportable; lo ví como mi infinita salvación de aquellos infinitos rayos que quemaban mi piel, de aquél dolor que no me dejaba pensar en otra cosa que lo maravilloso que hubiera sido que una rafaga de viento acariciara mi cuerpo.
En el río había puesto mis ultimas esperanzas, en él me habia sumergido contento mientras mi cuerpo danzaba con la corriente. En él creí sentir el placer de ser libre definitivamente de aquél cielo opresor, que nunca manifestó un solo ocaso. Todo eso sentí antes de saber que fuera de él, ni una gota me había acompañado. Entonces, en ese instante se contaminó de falsedad y no creí ya en la posibilidad de nadar bajo sus aguas.
Ahora estoy aquí, sigo arrodillado mientras aquél inmenso oasis se desvanece ante mis ojos.Y aquél hombre está temblando, sus parpados se han vuelto grises y su piel se ha vuelto blanca, como la luna que los habitantes de estas tierras me han descrito. A fin de cuentas, creo que siente lo mismo que yo, solo que él busca el calor reconfortante del sol. Yo añoro aquél río que era mi salvación, y él ese sol que lo salvará de ese frío eterno que lo consume.
Pero los dos, los dos somos la misma persona, pues él hubo de conocer el sol para poder añorarlo y yo tuve que haberme reflejado alguna vez en aquél río para hoy buscarme en él desesperadamente, hasta que me consuman los rayos ... y a él el frío de aquellas aguas.

Santi

 
posted by Santiago Mazzuchini at 01:56 | Permalink | 5 comments